Pronunciamiento de colectivos de mujeres en defensa de la Libertad Sexual
¿El Estado patriarcal y moralista quiere “curarnos”?
Enviado X Delfín de Agua Dulce/Territorios en Resistencia
El día de ayer (27/06/14) violentaron a
compañeras lesbianas en la Plaza Murillo por darse un beso frente a la iglesia;
el diputado Rojas, un espécimen machista y patriarcal promedio del MAS calificó
el comportamiento como anormal, una enfermedad mental; mientras la policía
lastimaba a dos mujeres de manera pública.
Reaccionamos ante este acto visible de
discriminación lesbofóbica porque nos muestra el sesgo cultural de nuestros
pueblos. El país propone una lucha en contra del racismo, la discriminación,
hablan de descolonizar nuestras escuelas, de despatriarcalizar nuestras
instituciones y caemos en el mismo juego perverso. Rojas hizo visible que la
cultura está plagada de rastros inamovibles del patriarcado; tanto en el
reconocimiento de las relaciones heterosexuales como la única forma de afecto,
como por la necesidad de moralizar la sexualidad recluyéndola al espacio íntimo
de nuestras casas.
Consideran la cultura pre colonial la
panacea, el paraíso, asumen el chacha warmi como una forma de organización
política y esto no es casualidad; las culturas precolombinas eran patriarcales,
buscaban mediante la propiedad privada/comunitaria de los ayllus controlar la
reproducción de las mujeres, su sexualidad porque necesitaban reproducir hijos
para generar economía. Por eso existían mujeres “puras” para los Incas, mujeres
tomadas de otros pueblos para cuidar los caminos del Inca y brindar comida,
sexo, cuidado a viajeros Chasquis, mujeres pariendo hijos trabajadores en sus
ayllus para agrandar sus bienes colectivos. Nuestras culturas originarias
asumen que un chacha no es nada sin una warmi y viceversa, nos hacen creer que
somos una mitad partida de un todo, nos obligan a gestar la política desde una
relación heterosexual entre hombres y mujeres.
El diputado Rojas anuncia que en la cultura
Aymara no existen queusas, por llamar de algún modo a lesbianas y maricones.
Por supuesto que existen, cuando eligen manifestarse son expulsadas de sus
comunidades o viven reprimidas y reprimidos de su sexualidad. Sin embargo el
asunto no está en una preferencia erótica ni sexual, está en una elección
política. ¿Estamos dispuestas a aceptar una imposición heteronormativa del
poder comunitario? ¿Creemos que sin hombres no existimos en los espacios de
decisión y viceversa?
Parte del discurso nacional viene de la
mano de descolonizar nuestro pensamiento; una propuesta totalmente valida a la
hora de reconoce r que la colonia trajo mucha violencia a nuestro continente
¿Sin embargo la colonia es un hecho del pasado? ¿O más bien está engranada en
nuestra cultura y navega en nuestros discursos y prácticas? ¿Cómo nos liberamos
del colonialismo internalizado en nuestras vidas y en las instituciones que
pretenden dominarnos?
La sexualidad gregoriana, la religión
castrante, las instituciones creadas para administrar nuestros bienes comunes
como la familia monógama, el Estado capitalista y burgués, la Policía, entre
otros aparatos represores, son parte indispensable de nuestra sociedad
boliviana (memoria eterna de la invasión mestiza republicana).
Plantear que un beso entre dos mujeres es
un acto inmoral, porque se da en una vía publica frente a la iglesia, afectando
la mirada de niñas y niños pertenecientes a la sagrada familia es una falacia
recreada para mantener bajo el tapete las perversiones que día a día vivimos.
La sagrada familia es el principal espacio
de violencia a niñas y niños en el país, 7 de cada 10 niñas y niños en Bolivia
viven algún tipo de violencia física, verbal, sexual en sus hogares; 90% de las
violaciones vienen de familiares próximos, la definición de estereotipos de
género y la división sexual del trabajo provienen de los hogares, un caldo de
cultivo machista que expulsa 300.000 niñas y niños a las calles para que sean
víctimas de explotación sexual en un mercado ilícito del sexo donde los mismos
papas, tíos, primos, hermanos compran cuerpos de niñas y niños de 10, 12, 4
años alegando que “más nuevitas son menos usadas y más buenitas”. Son estos
mismos hombres que luego de sesiones enteras de violación a menores llegan a
sus hogares y pregonan un discurso moralista del buen comportamiento, hablan de
fidelidad, obligan a sus mujeres (porque el matrimonio y los hijos las vuelven
suyas) a ser monógamas y abnegadas, maternales y comprensivas, trabajadoras y
entregadas, unas perfectas cuidadoras del hogar y transmisoras de la cultura.
La iglesia como una institución perversa
capaz de asumir el matrimonio, la fidelidad, la virginidad, el sacrificio, la
colaboración, el cuidado y respeto al prójimo, el perdón, como valores
inamovibles y sustenta una sociedad de clases mediante el discurso
eclesiástico; protegiendo a quienes tiene n privilegios y resignando a las y
los empobrecidos. Esta misma iglesia invisibiliza a lesbianas y homosexuales
por considerarles anormales, y durante siglos comete violaciones a niños/as;
niega la planificación familiar, discursan contra el aborto, mientras nacen
sobrinos/as de curas (hijos/as no reconocidos/as) y monjas abortan en sus
casas. Es la iglesia con todo su contenido moral que se visibiliza en la
preocupación de Rojas, diputado del Estado Plurinacional, porque a pesar que el
defienda la cultura Aymara, es evidente que buena parte de su visión es fruto
de la Colonia, aquella que sacó el cuero de indígenas sin alma, adoctrinó a los
pueblos en campamentos jesuitas y franciscanos, e impuso el calzón de castidad,
la negación del placer, la monogamia, la aceptación frente a los poderes del
mundo.
El Estado Plurinacional está avanzando
hacia una economía globalizada, ahora contamos con muchos actores dinamizando
el poder, las organizaciones sociales tienen mayor presencia en las decisiones.
Vemos también como la corrupción se ha complejizado, el autoritarismo, la
violación de derechos humanos, las alianzas por intereses políticos, el abuso
al medio ambiente y el expolio capitalista de pueblos indígenas enteros, todo
esto también forma parte del Estado.
La continuidad de un sistema que oprime a
quienes tienen desventajas no es coincidencia; el Estado y sus instituciones
son patriarcales, son capitalistas, son burgueses, sus miembros validan los
discursos hegemónicos y populistas, toman decisiones “aspirina” y lo hacen
porque eso les permite mantener privilegios. De esta manera diputados y
senadores hablan abiertamente de descolonización, des-patriarcalización como
medidas populistas, mientras perpetúan sus visiones machistas, sexistas,
autoritarias e incluso misóginas con completa impunidad. ¿Quién se beneficia de
todo esto? Elites y grupos de poder que quieren personas adormecidas,
trabajadoras, conformistas, para mantener sus patrimonios; así una sociedad
empobrecida, heterosexual, religioso logra desde su sobre explotación y sobre
reproducción mantener los modelos económicos vigentes.
Las leyes nacionales, la Constitución
Política del Estado son un escudo desde donde Rojas se justifica, alegando que
nuestro marco normativo no reconoce el matrimonio igualitario, por lo tanto su
medida de normalidad le indica que dos mujeres no pueden besarse en las calles.
¿Esperamos que el Estado como institución patriarcal de reproducción del
sistema nos reconozca? ¿Queremos que normalicen a los anormales acogiéndoles con
tolerancia en las leyes? No pedimos el reconocimiento del Estado, ni de la
cámara de Senadores y Diputados, menos aún de las calles plagadas de mentes
moralistas; queremos nuestra libertad de elegir, somos lesbianas y mujeres
libres, nuestra apuesta política lésbica y/o feminista nos impulsa a generar
mecanismos de decisión contra hegemónicos desde nuestras camas hasta nuestras
comunidades y pueblos.
Es importante tener una respuesta contundente al diputado del MAS, pero más allá de eso, el auge de la lesbofobia y la
transhomofobia, de políticas neoliberales que mercantilizan nuestras vidas,
identidades y deseos, y de políticas del control y patologización del cuerpo,
nos acordamos más que nunca de nuestras compañeras de Stonewall (son 45 años).
Conmemoramos y continuamos su lucha contra la heteronormatividad.
Queremos romper con el machismo, el
sexismo, el clasismo, el racismo desde nuestros cuerpos, junto con quienes
elijan transformar sus privilegios; no se trata únicamente de con quién tienes
sexo, con quién generas placer, se trata de quebrar la heteronormatividad
impuesta en nuestras relaciones eróticas, en nuestras relaciones políticas; que
validan el poder masculino falocéntrico frente a cuerpos de mujeres alienadas
por el mercado, la familia, la iglesia, el Estado.
¡Quedarse en casa construyendo burbujas no
es suficiente, vamos a besarnos todas a la plaza Murillo!
Colectivo brujas, comadronas y sanadoras, grupo
feminista por el aborto libre en Bolivia
Cuerpa Autónoma – Por la vida de las
mujeres, colectivo de mujeres para el manual del aborto Bolivia
Territorios en Resistencia
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