DEBATE: Acerca del texto: ¿RE-EDUCAR O MATAR AL PATRIARCA? Un debate
más allá de la ley de despenalización del aborto*
X Autónoma de Mujeres/ Enviado X Caminante
“Haga matria aborte un patriarca” Arañábamos en las paredes
con nuestra intensidad perturbadora, entre risas cómplices dispuestas a desatar
“un debate más allá de la ley de despenalización del aborto”, conscientes de
los conservadurismos que desnudaría y las hogueras que encendería.
Del “poder” heredado de los inquisidores, a las mujeres que
disfrutamos de nuestra sexualidad y reivindicamos la libertad de decisión se
nos tildará de brujas, amargadas, inhumanas, salvajes; y se nos condenará a la
soledad, al “sabor agrio de nuestro corazones” y a llevar, en fin, “una vida
similar a la de un perro abandonado”.
Y sí, esas perras, que somos nosotras, saldremos en las
noches en manadas de solitarias a arrancar un poco de dignidad de las paredes.
Y no por soledad, ni aburrimiento ni porque vino una virgen extranjera
cibernauta y nos inspiró, sino porque nos corroe la rabia y la sangre de miles
de mujeres que mueren cada día por abortos mal practicados.
Y sí, nuestro corazón tiene sabor agrio, pero ese agrio no nos
lo dio la soledad, bendita ¡Soledad!, que anida rebeldía y creatividad, ni los
orgasmos que nos corrimos, sino el patriarcado y sus ganas de callarnos la boca
y violarnos mientras todos nos dan la espalda. “Disculpen” la exageración, pero
parece la única forma de llamar su atención.
Y no, no queremos derechos, homologados y certificados, ni
que nos reconozcan como mujer a cambio de ser lo que dicen que debemos ser:
madres-buenas-dependientes-complacientes-perdonadoras-calladas-sonrientes-felices
ni otras variables. El aborto no es un derecho, el aborto es una necesidad para
poder salir del destino que el patriarcado impuso, la iglesia santificó y el
capitalismo aprovechó. Tampoco creemos que la solución sean “subsidios universales” (tan apreciados en tiempos
de satanización de las mujeres) con los que pretenden taparnos la boca y
abrirnos las piernas. ¡El aborto es y seguirá siendo!, a veces porque sentimos que no podemos, otras
muchas porque no queremos y punto, ¿o vamos a seguir considerándonos a nosotras
mismas incapaces de decidir?. El
“problema” viene cuando se nos crucifica y encarcela justamente por esta
decisión- ya sea por leyes divinas, naturales o del mercado-. El aborto ha
existido desde siempre, sino como se explica, por ejemplo, la permanencia
de una amplia sabiduría ancestral
heredada respecto de plantas o hierbas que pueden ser utilizadas para este fin?
Y sí, es verdad que lo materno es nuestro, por qué nadie le
pide cuentas a los hombres. Y si no nos condenan a una “simple función reproductiva”
por qué la “desgracia es que se conciba
el sexo como una diversión sin consecuencias emocionales, materiales o
espirituales”. Y tal vez deberíamos abstenernos de comentarios porque en clase
de catequesis nos enseñaron que es de mala educación contestar al cura. Pero
luego nos dimos cuenta que no, que estos argumentos vienen de un pseudo
feminismo que nos esencializa y encasilla como mujeres no violentas. Pues por
mucho que lo repitamos no se nos quita el empute por nuestras hermanas muertas
en clínicas poco seguras cuyas muertes no valen ni una disculpa ante sus
familiares, porque las han expulsado por deshonrosas. Doblemente deshonrosas:
por follar y después por no asumir su destino como madres y cargar con su culpa
por las esquinas de su necesidad. Y es que el aborto no entiende de raza, clase
o sexualidad, el aborto es universal y si no que se lo pregunten a miss
universo.
Y sí, nos animamos a hablar sobre la cosificación de la
mujer y precisamente proponiendo desde las propias capacidades retóricas,
irónicas, creativas a abortar un patriarca. Y para que quede más claro el
patriarca no es el varón, no son los hombres, ni el hijo, el patriarca es la
lógica que me obliga a ser consecuente con mi “condición” de mujer y bajar la
cabeza sin chistar, sin agredir, sin gritar y tener el hijo que es fruto de la
violación, del mal-sexo (porque el patriarca también se comió la capacidad de
los hombres de dar placer) o del que no me alcance la paciencia ni la olla para
alimentar a los que llegaron antes . Y es que esa cosificación no es sólo como
objeto de deseo, sino también como aparato reproductor.
Y sí, también
“mataremos” a la familia que encasilla, silencia y agrede. A la familia como
tal, patriarca institución parida y amamantada para reproducir jerarquía,
inventada y alimentada para imponernos antes que nadie qué se nos está
permitido hacer y sobre todo lo que no se nos permite. Para transmitirnos
cuántas partes de nuestro cuerpo no debemos conocer, ni tocar. Para recordarnos
una y otra vez que el placer es un tabú, que preguntar está mal visto y que
explorar tiene castigo. Para imponernos desde niñas funciones y disfunciones,
silencios y rencores. El amor es otra cosa, y que cada una lo viva, encuentre y
disfrute donde quiera. ¿O nos vamos a atrever a decir que hoy aquí, las mujeres
madres son las que gozan el privilegio del amor?, hablemos más entre nosotras
entonces…Y si el aborto nos hace estragos no es precisamente, porque no haya de
fondo “familias” de las buenas y normales, familias como Dios manda, para
imponer, juzgar y condenar.
¿Y si no nos da la gana ser parte de esta mentira?
Obviamente seremos unas malas mujeres. Y es ahí, donde crearemos nuevas
posibilidades para cada una y para lxs que nos rodean, disfrutando nuestras
soledades y saliendo en manadas sin roles ni jerarquías, haciendo y
entretejemos matria.
Y es que sí, queremos matriarcalizar nuestras vidas porque
creemos que el amor “romántico” y el matrimonio no son la única forma de
organización social. Nos negamos a la fabricación de mujeres madres
sacrificadas y abnegadas educadas para servir única y exclusivamente al hombre
y a sus hijos, en nombre de la perpetuación de la especie. Nos oponemos a
existir dentro de un esquema binario de lo masculino y femenino; ya que este
sistema de oposiciones nos condiciona a estructuras específicas de
comportamiento de género, anulando una infinidad de formas diversas de
construirnos y presentarnos al mundo.
Para nosotras matriarcalizar en su sentido más amplio es la
lucha continua por el autocontrol de nuestros cuerpos, la autonomía, la
autodeterminación y la autogestión. Significa crear formas de crianza colectiva
(que no se limita a las madres), de relaciones de confianza, solidaridad,
reciprocidad y de trabajo comunitario. Es poner en común nuestras vidas como un
acto político de resistencia a la dominación patriarcal.
Y sí, nos animamos a hablar de la violencia en el parto y la
denigrante situación en que nos ponen a las mujeres que parimos en hospitales,
a los horripilantes niveles de cesáreas que tenemos en Bolivia. Y eso no es un
problema para el patriarcado y por ende no es algo que cuestione la iglesia y
de esto todos los días se aprovecha el capital. Y es justo mi partera la que me
habla de cómo hacerse un aborto, porque ella si ve la relación entre mi cuerpo
y mi cuerpo y mi cuerpo.
Y es que somos las mismas, todas, las que experimentamos,
las violentadas, las que abortamos, las que parimos, las que criamos, las que
nos separamos, las casadas, las que vivimos solas o en colectivo … Somos las
mismas, todas las mujeres, en distintos momentos y lugares. Así que no
dejaremos que nuevamente se nos encasille, clasifique y juzgue, somos todo y
siempre con el patriarcado aplastando. Las mismas, legítimas y hartas para
gritar que todo cambie, sin hipocresías ni bondades, ¿o de verdad creemos que
la que ha tenido un hijo o 24 tiene más potestad para opinar y decidir sobre
nuestra vida, sobre lo que sentimos, lo que creemos y defendemos? ¿Para
proclamar que ni rabiar podemos? Ni agriarnos nos dejan. ¿Tenemos que seguir
siendo buenas y salvadoras, responsables una vez más de “reeducar”, de
perdonar, de poner la otra mejilla y el cuerpo entero si hace falta? ¿Y creemos en darle una vuelta más de tuerca
a ese patriarca, otra oportunidad, unos cuantos siglos más de humillación? En
vez de convencernos en que podemos
querer con todas nuestras fuerzas que se muera y matar lo que nos hace daño.
¡Abortar es un acto de rebelión! ante las obligaciones
impuestas que realizamos todos los días, todas las horas millones de mujeres. Y
como no creemos en la publicidad y la televisión pues salimos a la calle a
escribir nuestras rabias en atentados poéticos.
Salimos a abortar al patriarca, porque a ese patriarca no hay que repensarlo
ni reeducarlo, a ese patriarca hay que ¡¡¡MATARLO!!!
Autónoma de Mujeres
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