Bumerang gubernamental
X Raúl Prada Alcoreza/Dinámicas Moleculares
¿Qué es lo que lleva a conspirar contra la secuencia de
hechos desencadenados? Si bien no compartimos la teoría de la conspiración,
de todas maneras, como dijimos, hay conspiradores, quienes creen que
pueden cambiar los desenlaces, que pueden incidir en
la compleja dinámica de las fuerzas. Aunque solo tomen en cuenta
una representación vaga, de una selección arbitraria de los procesos
inherentes; generalmente, selección inadecuada. En todo caso, tenemos que tener
en cuenta esta variable subjetiva, esta pretensión de manipulación sobre
la realidad, pues, si bien no incide, en el sentido que se quisiera,
que desean los conspiradores, de todas maneras, forma parte de la composición de
la complejidad de una coyuntura.
Queda claro, aunque no lo confiesen los del gobierno, los
oficialistas, que controlan los órganos de poder el Estado, aunque los
ingenuos comunicadores, informadores de noticias, opinadores, sobre todo
de televisión, no lo vean - no se puede esperar otra cosa de ellos -, aunque, a
pesar de la reacción indignada de la “oposición”, que si bien atina a evaluar
el alcance del atentado a la Alcaldía de El Alto, no logra percibir
la magnitud de la crisis múltiple develada por el atentado
gubernamental contra la Alcaldía de El Alto. Fue Amalia Pando - una
comunicadora conocida y temida por el gobierno, a la que se quiso acallar por
todos los medios al alcance, cerrando emisoras donde tenía cabida, a quien se
busca desesperadamente descalificar con argumentos que dejan mucho que desear,
por su extremada debilidad, grotesca alocución, brutal maniobra verbal, por ser
emitida por gente que solo tiene como mérito el oportunismo, lejos de una
tradición de lucha, como la que encarna Amalia - quien hizo una descripción y un
análisis sobresaliente de lo ocurrido en la Ciudad de El Alto, al cierre de las
campañas por el sí y por el no, frente al referéndum; contando
con el despliegue de una marcha preparada, ciertamente anunciada de antemano,
pero, preparada y manipulada, con el objeto de desestabilización del gobierno
municipal alteño, entre otros objetivos. Otro objeto del ataque masista,
es parar sinuosamente la investigación de la corrupción escandalosa, habida en
la gestión del gobierno municipal del Patana, militante del MAS y llunk’u incondicional
de la gubernamentalidad clientelar. Sin embargo, lo que se evidencia, en
la evaluación y el análisis minucioso de los hechos, que efectúa Amalia Pando,
es que el objeto principal de la marcha perpetrada es detener el referéndum,
donde estiman que van a perder los compulsivos y delirantes partidarios
del sí[1].
La desesperación gubernamental, la desasosiego del
oficialismo, es tal que se han aventurado en una conspiración insólita,
buscando crear una situación no solo conflictiva sino hasta
peligrosa, con intensidades altas de violencias, para que sea la excusa de
suspender el referéndum. No solamente está metido, en esta conspiración, el
Viceministro de Gobierno, sino todo el gobierno, además del MAS, en todas las
instancias institucionales que ocupa. Se proyectó desatar un conflicto de
envergadura, con desenlaces, incluso sangrientos, que además permitan culpar de
lo sucedido a la Alcaldesa, odiada por estos personajes; pues contrasta con
ellos en una característica que no tienen, honestidad. El Viceministro aparece
temprano, en la mañana, antes de la marcha, en las inmediaciones de la
Alcaldía, visitando como autoridad al cuartel de policía, establecido ahí, en
las proximidades del mismo gobierno municipal. La maniobra estaba preparada y
coauspiciada por el gabinete, el Congreso oficialista, la Fiscalía,
probablemente parte de los tribunales, además del Órgano Judicial, fuera de los
dispositivos de movilización del partido. El encargado de operar esta maniobra
es el Viceministro. La orden al comandante de policía es no salir, no acudir a
evitar el enfrentamiento, la toma de la Alcaldía, incluso una vez incendiado.
La obediencia del comandante ante semejante orden inconstitucional, ilegal y
criminal, raya en el delito de incumplimiento de funciones, además de
complicidad en el crimen. Que se hayan arriesgado en semejante juego peligroso,
quiere decir que se encuentran altamente desesperados. Solo una situación alarmante
en su dramatismo y exposición vulnerable, puede llevar a gente irresponsable a
acudir a estos métodos violentos y deshonestos, inescrupulosos y desfachatados.
En escritos anteriores, en el análisis de los sucesos
desencadenados por el “gasolinazo” y por el conflicto del TIPNIS, dijimos que
el gobierno populista cruzó dos líneas; pasándose a la otra vereda,
enfrentándose al pueblo. Una línea, era la del “gasolinazo”, que evidenciaba
las relaciones concomitantes entre el gobierno y las empresas trasnacionales,
que pedían la modificación de la Constitución, en lo que tiene que ver con los
precios congelados para el mercado interno, con la atención prioritaria a la
demanda interna, antes de la exportación. Esto tiene que ver con la subida de
los precios de los hidrocarburos, que el gobierno describió como si se tratara
solo de subvención. Cuando lo que estaba en juego era la presión y el
chantaje de las empresas trasnacionales; chantajearon con no invertir en la
exploración si no se modificaba la Constitución y si no subían los precios de
los hidrocarburos en el mercado interno. La segunda línea, tiene que ver con
las naciones y pueblos indígenas, al optar por una carretera
extractivista, que beneficia a las concesionarias de exploración de petróleo e
hidrocarburos en el Territorio Indígena del TIPNIS; que beneficia a la
ampliación de la frontera agrícola de la coca excedentaria; que beneficia al
comercio de los ganaderos de Rondonia de Brasil, que buscan llevar la carne de
res a los puertos del Pacífico, por una ruta más directa. El cruce de la
primera línea, convirtió al gobierno en un dispositivo de las
estrategias de control de las reservas de las empresas trasnacionales de los
hidrocarburos. El cruce de la segunda línea, convirtió al gobierno en un
gobierno antiindígena, postulando el desarrollismo trasnochado; esto
en el discurso, que en la práctica no es otra cosa que llevar a cabo,
extensamente e intensamente, el modelo colonial extractivista del
capitalismo dependiente.
Ahora, el gobierno populista cruza insólitamente una tercera
línea, la de la conspiración contra el propio pueblo, perpetrando
una acción vergonzosa de terrorismo de Estado. Con esto el gobierno, que
encarna, otra vez, la triste historia, de convertir las heroicas
luchas del pueblo por la soberanía, en sumisión renovada al imperio,
encubierta demagógicamente; de convertir la movilización prolongada, que
corresponde a un proceso descolonial, en la ola donde se trepa, para
asumir el gobierno demagógicamente, usurpando a los movimientos sociales el
protagonismo de un proceso de cambio aperturante. Entonces el gobierno
populista, en el que depositó el pueblo rebelde sus esperanzas, se metamorfoseó
en un gobierno clientelar, y por este camino, en un gobierno que expande
la corrupción ampliamente, comprometiendo a copiosos sectores
sociales. Ahora, después de la actuación conspirativa gubernamental en
la Ciudad de El Alto, el gobierno se convierte en un gobierno delincuente.
La decadencia es mucho mayor que la que nos
habíamos imaginado y representado. Se ha ido mucho más lejos en el hundimiento
ético-moral, que no se puede encubrir con la estridente y compulsiva propaganda
y publicidad, ya desgastada y que ya no es ni mínima convincente. Esta situación de
derrumbe político, “ideológico”, ético-moral, múltiple, obviamente, no
sostiene, de ninguna manera, la interpretación apologista de que
todavía, a pesar de todo, se trata de un gobierno progresista. Esta es
la imagen creada por la “izquierda” internacional, que hace tiempo ha
perdido su vocación de lucha, para adecuarse a las estructuras de poder del orden
mundial. Solo quiere participar en un espacio de este orden. Esta es
la imagen que pretenden los oficialistas, que además se
presentan como “revolucionarios”, aunque no se sepa por dónde y por qué.
La realidad efectiva nos muestra que la decadencia ha
llegado tan lejos que estamos ante un gobierno delincuente. Este estado de
cosas, esta situación histórica-política, de decadencia y
de crisis múltiple, no garantiza nada. No hay ninguna clase de legitimidad posible,
que lo pueda acreditar. En estas condiciones de derrumbe y hundimiento no
tiene sentido hablar de democracia, incluso en los límites de
la formalidad institucional, no se puede atender al periodo correspondiente,
que supuestamente tiene que cumplir la gestión del gobierno. Nada de estos
referentes tienen sentido, ni se sostienen. Estamos ante una situación calamitosa,
que destruye las cohesiones sociales, fuera de haber destruido, antes a
las organizaciones sociales y su capacidad de lucha, fuera de
haber convertido a las instituciones en herramientas de corrosión
y de corrupción. El soberano, el pueblo, no puede seguir sosteniendo
esta pantomima, que ya es una amenaza para el propio Estado, la nación, el
país y la sociedad. Al pueblo le compete la responsabilidad de poner
coto a todo esto, de manera inmediata, por la emergencia de la situación.